La sala de cata debe parecer igual que una biblioteca, donde en lugar de leer libros se leerán copas de vino. Un espacio tranquilo, de aromas neutros y ser posible inspirador, que permita a los catadores centrar toda la atención en el vino a través de los sentidos del olfato, el gusto, la vista y el tacto. Sin distracciones sonoras ni música de fondo y con una buena ventilación. Hay que evitar pues espacios como la sala de un restaurante a la hora de las comidas, una cocina o una sala de barricas.

Queda prohibido utilizar ambientadores, perfumes o jabones perfumados. Preferiblemente con luz natural, huyendo de los tubos de neón blancos o de colores y procurar una buena distribución de la luz entre todos los catadores. La temperatura más adecuada sería entre 18º y 22º, y grado de humedad alrededor del 60%, ya que un ambiente demasiado seco o húmedo podría afectar a las mucosas de los catadores.